Octubre de agua. Lo que se lleva la lluvia, lo que nos deja ver en el país
- Pablo Nagano
- 16 oct
- 2 Min. de lectura
En octubre de 2025, México volvió a ser puesto a prueba por la naturaleza. Las lluvias más intensas en décadas dejaron, al 13 de octubre, 64 muertos, una cifra similar de desaparecidos y cientos de miles de damnificados. Comunidades enteras quedaron aisladas, sin acceso a lo básico para sobrevivir.
Veracruz, Hidalgo, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí fueron los más golpeados: calles convertidas en ríos, techos como refugios, familias suspendidas entre el hambre y el lodo. Todavía hay centenares de pueblos incomunicados.
Pero lo que esta tragedia arrastra no es solo destrucción: deja al descubierto nuestra fragilidad estructural y la necesidad urgente de prevenir, no solo reaccionar y poner cara hipócrita en medio de la polarización.
El costo de reaccionar tarde
Cada peso que no se invierte en prevención costará diez veces más en reconstrucción.
Prevenir significa construir infraestructura resiliente, reforzar bordos y drenajes, reforestar cuencas y garantizar alertas tempranas reales en comunidades rurales y semiurbanas. No basta con reconstruir lo que el agua destruye, hay que rediseñar lo que el país necesita para resistir y estar en comunicación inter sistemas y a tono con las tecnologías socioespaciales más sofisticadas del orbe.

Cambio climático: el nuevo desafío
Las lluvias fueron calificadas como un fenómeno que ocurre “una vez cada mil años”. En algunos puntos cayeron más de 600 mm en cuatro días, una cifra sin precedentes que revela el costo de la precariedad e irresponsabilidad institucional.
No fue azar, fue advertencia.
El cambio climático ya altera los patrones de lluvia y temperatura. México, entre dos océanos, enfrenta ambos extremos: sequías brutales y tormentas devastadoras. Adaptarse no es opción: debe ser el eje de una política pública renovada.
Lo que la lluvia nos enseña
El agua arrasó caminos, cosechas y hogares, pero también nos dejó un espejo: un país que resiste más de lo que se prepara, y una sociedad solidaria que merece algo más que discursos.
Lo que el agua revela no es solo el desastre, sino la oportunidad de repensar nuestro desarrollo, integrando al clima como variable central de seguridad, economía y bienestar.
También quedó la imagen de la presidenta Claudia Sheinbaum recorriendo comunidades devastadas, escuchando a los damnificados, enfrentando la frustración social. Su gesto fue reconocido incluso por sus críticos: un símbolo de cercanía en medio del caos.
Un punto de inflexión
El octubre negro de 2025 no debe ser solo memoria de dolor. Debe marcar un inicio: que la gestión de los 19 mil millones de pesos sirvan para reconstruir con inteligencia social, tecnológica y estratégico federalista, no con prisa. Que el país entienda, por fin, que prevenir también es saber gobernar.




Comentarios