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Los giros en el caso Manzo. Inocultables, los efectos de la narcopolítica

  • Foto del escritor: Pablo Nagano
    Pablo Nagano
  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura
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Cuando en su alocución para presentar el Plan Michoacán, el pasado 9 de noviembre, el gobernador de esa entidad, Alfredo Ramírez Bedolla, reveló que hace 40 años su padre también fue asesinado en el agitado Uruapan, confirmaba el complejo entramado de relaciones políticas, sociales y económicas que sostienen ese territorio, como muchos otros en nuestro país, y que se alejan de una normalidad gubernativa deseable para todo espacio de convivencia.

Los recientes hechos  en torno  al  asesinato del alcalde Carlos Manzo no dejan de sorprender,  aunque no debiera ser así si aceptamos que es la narcopolítica el fenómeno presente que explica  prácticamente todo lo que ha estado  sucediendo: los  jóvenes  asesinos  reclutados  por  un enlace de un cártel, el primer círculo de protección del funcionario abatido en procesos judiciales, una carta póstuma de uno de los responsables del crimen que desliza que hay relación entre los “malosos” y la fiscalía estatal…

"Cualquier cosa que me pase, estaba trabajando para El Licenciado. Espero que me perdones y puedas decir la verdad, pero no lo hagas en Uruapan porque El Licenciado tiene comprada a toda la fiscalía...", señala parte del contenido de la carta.

Ingenuo sería suponer que este contexto no lo sabían ni el gobernador ni la Federación. Son varias las acusaciones que provienen de distintos actores sociales, entre ellos sacerdotes reconocidos en la entidad, en el sentido de la connivencia crimen organizado-política local-empresariado.

El asunto es y ha sido administrar el problema, que con los años se fue convirtiendo en supuesta solución de corto plazo por intereses políticos diversos: ganar elecciones negociando con criminales, dueños de plaza, caciques, caudillos, lo que sea para ganar. Ya luego vemos cómo lo superamos.

Pero la realidad es insuperable, de ahí la expectativa del primer informe que presente el Gobierno de México para conocer qué tan de fondo estarán resolviendo este asunto, mientras la nueva alcaldesa, Grecia Quiroz, esposa del alcalde abatido, observa, sentada en la mesa con el Movimiento del Sombrero.

 

Preguntas que llaman a la autorreflexión

¿Por qué lo mataron, quién lo mandó matar?, son cuestionamientos que hace el diputado independiente asociado al Movimiento del Sombrero, Carlos Bautista.

Mientras la autoridad hace su trabajo, con el rigor que merece la gravedad del caso y de lo que se dará cuenta en breve como lo comprometió la Presidenta Claudia Sheinbaum, surge otra pregunta pertinente: Sobre qué camina el Movimiento del Sombrero, ¿la impunidad o la legalidad? ¿Reclamará para sí lo que compromete o ignora de origen, o será capaz de poner la primera piedra para el robusto edificio de Estado de Derecho que se requiere? A caminar con paso seguro.

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