Nuevamente la UNAM se juega su futuro*
- Pablo Nagano
- 15 oct
- 8 Min. de lectura
Por Pedro Isnardo De la Cruz
La Máxima Casa de Estudios atraviesa por un tiempo delicado para su destino inmediato y mediato.
La ausencia de una estrecha relación de Estado entre la Presidenta, Dra. Clauida Sheinbaum, y el Rector, Dr. Leonardo Lomelí; la prolongación de la reforma interna estructural de la UNAM; la persistencia de esferas expresivas de indefensión en la comunidad universitaria a raíz del último episodio de violencia trágico entre pares en espacios del bachillerato universitario, y los visos de desestabilización artificial que se han incentivado sustentan una línea del tiempo que sugiere que se cultiva la profundización del desgobierno universitario, la puesta en escena de la crisis de la Rectoría del Dr. Leonardo Lomelí y el cambio de régimen en la UNAM.

Un pasado reciente
Las relaciones entre el expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y el Rector de la UNAM, Enrique Graue Wiechers, pudieron caracterizarse como complejas pero funcionales, con episodios de críticas abiertas y momentos de colaboración institucional.
En diversas ocasiones el ex Presidente criticó a la UNAM durante su sexenio señalando que se había derechizado y dejado de formar profesionistas para servir al pueblo, volviéndose una institución individualista sometida a políticas neoliberales.
Denunció que varias facultades, en especial las de ciencias sociales, estaban dominadas por conservadores, y que la universidad se había alejado de su esencia tradicional, refiriendo al propio ex Rector, José Narro, además de cuestionar movimientos estudiantiles recientes.
El ex mandatario López Obrador en varias conferencias matutinas calificó de "choro mareador" algunas posiciones del Rector sobre temas legales relacionados con la institución, como en el caso del polémico título de la aún ministra de la Suprema Corte.
Se trató de declaraciones que generaron polémica con la comunidad universitaria y debates públicos sobre la autonomía universitaria y la política educativa.
Pese a las críticas del presidente, el Rector Graue siempre negó que existiera una mala o tensa relación directa con AMLO, manteniendo una actitud moderada e institucional.
Graue defendió la autonomía universitaria en sus términos pero también señaló que en ciertos asuntos la universidad está abierta a colaborar y dialogar con el Gobierno federal.
Se reunió en privado con AMLO para presentar propuestas conjuntas en temas de educación, ciencia y tecnología, evitando confrontaciones directas pero sin dejar de defender a su modo la posición de la UNAM.
En junio de 2024, la diputada Inés Parra (MORENA) recibió formalmente una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica de la UNAM, resultado de varios conversatorios en la comunidad universitaria, que enfatizaban la eliminación de la Junta de Gobierno (máxima instancia que decide quién es el titular de la Rectoría), la elección democrática de rector y directores y el establecimiento de mecanismos de transparencia en el presupuesto, buscando dar eco a expresiones e inconformidades diversas al interior de las comunidades y trayectoria institucional de la UNAM.
El proceso sucesorio en Rectoría
En el análisis de las relaciones entre el expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Claudia Sheinbaum con respecto a la sucesión en la rectoría de la UNAM, existen algunos matices y diferencias significativas en la dinámica, aunque no se documentan tensiones abiertas o enfrentamientos notorios.
En términos de la sucesión de Rectoría en la UNAM, AMLO evitó involucrarse directamente en el proceso, prefiriendo que las y los universitarios establecieran el desenlace, aunque apoyó siempre un cambio que pudiera acercar a la UNAM a los valores que promovía su gobierno.
La Presidenta Sheinbaum, por su parte, ha expresado críticas constructivas hacia la UNAM, coincidiendo en algunos puntos con las críticas de AMLO sobre la necesidad de que la universidad reflexione sobre su papel social y la redistribución de recursos dentro de la misma.
Al parecer el Rector Dr. Lomelí ha asumido que la interlocución con la Dra. Sheinbaum puede ser genuina por la vía de procesos de colaboración con integrantes de su gabinete, reconocimientos a figuras emblemáticas de interés común y el posicionamiento de los resultados institucionales de la UNAM.
Pero ello no parece haber sido suficiente e incluso podría asumirse que se percibe desdeñado el imperativo de un modelo de cambio de régimen en la UNAM que se esperó y se ha buscado impulsar para la Máxima Casa de Estudios desde las presidencias de la 4T, tanto en la esfera de las decisiones propiciadas por la época de poder Graue-Lomelí.
En esa misma lógica del régimen preeminente presidencial, el saldo negativo de la ausencia de reforma profunda de la UNAM también sería imputable a las propias y notables personalidades que han transitado por las H. Juntas de Gobierno de la UNAM durante los últimos 7 años.
Es importante subrayar que el último proceso sucesorio de Rectoría en la UNAM para la elección de su titular para el periodo 2023-2027, puso a la H. Junta de Gobierno en un triple escenario-desenlace: la necesidad de que se superara la era hegemónica de rectorados a mano de médicos y el que en los hechos -a pesar incluso de seleccionar para el proceso final a un universo inusitado de 10 elegibles- se canceló cualquier posibilidad de que pudiera prevalecer alguien que podría poner en predicamento la autonomía de la UNAM.
Con ese desenlace y las decisiones políticas internas posteriores en torno a aspirantes y elegibles a la sucesión en la UNAM, acaso se diluyó en los hechos -dentro y fuera de la UNAM- un poder de convocatoria genuino para la circunstancia de crisis actual, en y desde la propia esfera de poder del nuevo Rector.
El ahora interno
¿Por qué el ataque o la ferocidad de grupos encapuchados -que se autodenominan anarquistas- quieren tomar el control de la UNAM?
Al parecer suponen y asumen para su provecho y operación política la inacción y debilidad del Rector de la UNAM, apoltronado en el excesivo talante institucional que ha caracterizado a su gobierno universitario y los de la era de la Rectoría Graue, mientras en el imaginario universitario se asume que el nuevo régimen ha buscado, por todos los medios, consolidar sus posiciones al interior de la UNAM y las universidades públicas.
En ese contexto, se han encontrado notas amenazantes con colocación de aparatos explosivos en diferentes planteles educativos acompañados con ataques y niveles de agresividad supina en contra de estudiantes y profesores.
¿Existe entonces una actualizada pugna de poder en el Estado mexicano por las instituciones de educación superior?
En efecto, la UNAM está en la mira de autorías élite y agentes desestabilizadores, con probadas capacidades de operación política, agitación y ruptura.
Es sintomático que en las asambleas estudiantiles las comunidades se hayan manifestado en contra del paro de actividades; sin embargo, oradores de diferente calado pero con el mismo objetivo, han logrado forzar la reversión de votaciones internas y subvertir la voluntad popular del alumnado, imponiendo paros de corto plazo y/o indefinidos en diversas facultades y escuelas del corazón de la UNAM, particularmente de las más críticas y emblemáticas, como son Ciencias Políticas, Ciencias y Filosofía.
Otro dato revelador: el uso de la IA para la conformación de pliegos petitorios que replican errores pasados, no sólo de nombres de personas sino de planteamientos concordantes con las nuevas realidades.
Han provocado hasta ahora una especie de impavidez de las autoridades universitarias, quienes ante las amenazas y acciones violentas, al auspiciarse la presencia de cuerpos parapoliciales dentro del campus, con las connivencias políticas tácticas, sin que se logre enviar un mensaje de defensa de la autonomía universitaria.
La metodología institucional de búsqueda gradual y consensuada de acciones internas por parte del Rector Lomelí, para activistas e instigadores oficiosos, les equivale a inacción e ineficacia política, y en los hechos, se presume directamente proporcional al empoderamiento de los grupos radicales infiltrados en la UNAM.
¿Son infiltrados realmente? La relatoría de conciencia de clase obrera lo evidencia. Los oradores encapuchados, en las asambleas y giros hacia los paros de actividades y toma de instalaciones, reiteradamente han utilizado un discurso de "clase", polarizando a las comunidades universitarias con éxito, subrayando los privilegios de que goza.
En este caldo de cultivo, la narrativa de "base de lucha de clases" ha surtido efecto avasallando la voluntad juvenil, al más puro estilo de organizaciones como el Frente Popular Francisco Villa, UPREZ y el Partido Revolucionario de los Trabajadores, con Rosario Ibarra como emblema, cuya hija, es la encargada de proteger los derechos humanos en el país.
La renovación y alternancia de élites gobernantes de la UNAM, desde y de la propia H. Junta de Gobierno, de procesos de democratización reclamados al interior de sus comunidades particularmente en el universo mayoritario de su profesorado de asignatura así como en los concursos de oposición universales, se han postergado por diversas causas, acontecimientos, costo-beneficios y decisiones de diverso rango en las últimas décadas.
Los escenarios hipotéticos
De ser cierta la actualización de escenarios, el centro es que ya no solo se podría estar midiendo la reacción de las comunidades estudiantiles, de investigación y personal administrativo de la UNAM, sino que las baterías se despliegan hacia operaciones cuidadosas que implican una franca y actualizada disputa de poder por el control y el gobierno de la UNAM, con personajes identificados que presuntamente actúan desde los gobiernos capitalino y federal.
El entorno de franca preocupación, incertidumbre y conmoción generado por el atentado artero de un estudiante, que cegó la vida de uno de sus compañeros de bachillerato universitario y lesionó a un trabajador universitario, y el arco de reacción que las autoridades universitarias se han tomado para responder a la tragedia-acontecimiento, ha transitado a un clima de psicosis, expectación y desaliento cada vez más generalizado y cultivado con propósitos y hechos políticos inconfesos, que tienen por hilo fino la desestabilización y la siembra del imaginario de desgobierno en la Rectoría del Dr. Lomelí.
Así, la supuesta lentitud y reacción de las autoridades de la UNAM al episodio trágico del CCH Sur construye al menos artificialmente, una esfera de desacreditación del Rector respecto a su poder de convocatoria, su cercanía con las comunidades estudiantiles y la capacidad de la institución para establecer nuevas reglas y sistemas consensuados que reviertan la sensación de inseguridad y desprotección imperantes.
Asimismo, otras temáticas internacionales e internas que se aducen por activistas, así como las movilizaciones en fechas emblemáticas del país en que se acude a la memoria de la represión de Estado de movimientos estudiantiles, se han maximizado como condiciones favorables para ir deletreando el sacrificio político del Rector de la UNAM -y de paso cimbrar toda la estructura de la Universidad Nacional-, objetivo medrado por un guion de movilización selectiva que suscribe los ciclos progresivos y abruptos de parálisis de escuelas y facultades y la presencia tácita en territorio universitario de agentes de Marina, Ejército y Guardia Nacional (avistados por la comunidad en algunos de sus circuitos internos y en sus derredores en la línea fronteriza con la zona del Pedregal).
Tendría pues ese escenario que se asumió como un acontecimiento factible hace años -y que en la Presidencia del Lic. López Obrador al parecer no se consumó por falta de tiempo y operación política sistémica- un ahora probable y circunstancialmente en decurso, con todo el respaldo del aparato de Estado y las mayorías legislativas federales.
¿Nos encontramos ante un duelo de poder entre las élites gobernantes de la UNAM, cuya división llega a la propia esfera más cercana del Rector Lomelí? ¿Se medra desde el gobierno federal y capitalino un guión de prueba orientado a un cambio de régimen sólo dirigido a la élite gobernante o al control estructural de todas sus esferas de poder y dominación institucional presupuestal de la UNAM? ¿O estamos ante una negociación política al más elevado nivel entre la élite de la 4T, la Presidencia de la República y la Rectoría de la UNAM, con cartas abiertas y más posiciones cedibles en la estructura de poder puma bajo el régimen Lomelí?
En la historia de la nación como ahora, la desestabilización de la UNAM, no debe verse como objetivo de ninguna Presidencia ni como parapeto de ninguna crisis política en el país.
Es posible que inesperadamente en su trayectoria impecable, el Dr. Leonardo Lomelí -universitario distinguido, científico e historiador respetado- atraviesa por la prueba más importante de su rectorado -más allá de su sabiduría, integridad ética, respetabilidad y coraje personal- en su ahora, como nunca desafiada, capacidad de liderazgo y gobierno de la Universidad Nacional Autónoma de México.
*La versión resumen de este artículo se publicó el pasado lunes 13 de octubre de 2025 por El Universal Online.



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