Gaza. Cese al fuego o paz efímera
- Pablo Nagano
- 16 oct
- 2 Min. de lectura
Han pasado ya dos años del suceso que marcó un quiebre en la historia reciente de Medio Oriente y sirvió de pretexto para justificar una guerra que no fue tal entre Israel y Hamas.
La firma del acuerdo de paz en Egipto, con el presidente de Estados Unidos como principal actor, parece más un epílogo tardío que el inicio de una nueva etapa: un pacto sobre ruinas, tras decenas de miles de muertos y con Gaza devastada.
Con Qatar, Egipto y Turquía como garantes, el objetivo es establecer un alto al fuego permanente, liberar a los rehenes y restablecer completamente la ayuda humanitaria.
La secuencia que aceleró el acuerdo resulta reveladora. La fractura llegó con el ataque militar a Doha, que debilitó a Netanyahu y permitió a Donald Trump reactivar su interlocución con la comunidad judía y el primer ministro israelí, forzando así el cese al fuego. Luego vino la cumbre de paz e inusitado consenso con los gobiernos árabes de Oriente Próximo.
Tras el telón de una negociación compleja, Trump recurrió a un aliado estratégico: Jared Kushner, su yerno y consejero, judío practicante y puente con los líderes árabes. Figura de su absoluta confianza, fue clave para armar la mesa regional de paz.

La comunidad internacional ha mostrado su pasmo e impotencia, evidenciando el fracaso de las instituciones creadas para evitar nuevos genocidios. Vetos disfuncionales, resoluciones bloqueadas y llamados humanitarios reducidos a convoyes de agua, medicinas y alimentos, muchos de ellos detenidos en la frontera de Rafah por exigencias israelíes o incluso atacados pese a gestiones de la ONU y la Media Luna Roja.
En Gaza, miles de personas deambulan entre los escombros buscando a sus muertos. Una ciudad casi borrada del mapa se ha convertido en un territorio inhabitable y en el epicentro de una catástrofe humanitaria regional.
Ahora comienza el nuevo campo minado: lograr una paz duradera en medio de una doble ironía histórica. Donald Trump intenta rehabilitar su credibilidad internacional tras su fracaso ante Putin, mientras Hamas, la organización terrorista, emerge legitimada como actor político y negociador en la región.
Quedarán para la memoria las imágenes que dieron la vuelta al mundo: rehenes y prisioneros israelíes y palestinos fundidos en abrazos al ser liberados. Instantáneas que, pese a todo, aún sostienen la esperanza humana.




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