El incidente presidencial como desafío de comunicación y seguridad
- Pablo Nagano
- 13 nov
- 2 Min. de lectura
La agresión sufrida por la presidenta Sheinbaum debe ser analizada como un desafío de comunicación política, una prueba frente a la opinión pública y un escenario de seguridad nacional.
La secuencia de eventos —desde no identificar inicialmente la gravedad del incidente hasta la posterior decisión de interponer una denuncia formal— revela un momento de duda en la gestión del asunto que puede causar confusión a las audiencias.
El incidente obliga a plantear el costo político de la cercanía.
La máxima de que "el pueblo cuida al presidente" se ve desafiada por la realidad de que la cercanía desprotegida puede convertirse en una peligrosa vulnerabilidad y asunto de Estado.
La clave para el análisis es qué imagen proyecta este incidente.
Las audiencias pueden interpretar la cercanía como muestra de accesibilidad o, tras el incidente, como muestra de debilidad en los protocolos de protección y organismos de seguridad.
La ciudadanía puede preguntarse, por un lado, desde la protección de los derechos de las mujeres si la Presidenta es víctima de abuso ¿qué situación vivirán las demás mujeres?
Por otro lado, desde la perspectiva de la seguridad pública, si hasta la seguridad de la presidenta pudo ser vulnerada ¿qué pueden esperar los ciudadanos?
Al parecer todavía no se conforma una mayoría que tengan una definición clara sobre si prefiere un liderazgo distante que proyecta orden, o de una lideresa accesible que se expone al riesgo.
En este contexto, el manejo mediático del evento añade una capa de complejidad.
La cobertura poco sensible del tema no solo revictimiza a la presidenta, sino que resta importancia a un asunto de seguridad nacional.
Como subraya la experiencia francesa que derivó en la creación del Grupo de Seguridad Presidencial de Francia (GSPR), es importante que el protocolo de protección concilie la personalidad y la confianza de la Presidenta Sheinbaum y los parámetros de amenazas objetivas que le implican su integridad corporal/seguridad.
El giro hacia la denuncia formal, si se maneja correctamente, debe buscar ser percibido como una señal clara de que la transgresión a la figura presidencial no será tolerada, buscando así reforzar la percepción de capacidad control ante ciudadanía y audiencias internas y externas.
El desafío de la Presidenta no es solo aumentar su seguridad física, sino también recalibrar la distancia crítica entre el pueblo y la investidura presidencial, para proyectar una imagen de líder cercana pero inquebrantable.




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