El dilema de la 4T con Adán Augusto
- Pablo Nagano
- 7 oct
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Dos golpes han derrumbado la credibilidad de Adán Augusto López: el caso Bermúdez, líder de “la barredora” y los 79 millones de pesos no declarados adecuadamente al SAT.
Es importante subrayar que la Presidenta Sheinbaum no ha hecho una defensa incondicional de Adán Augusto, como sí lo ha hecho con los hijos de AMLO.
“Que lo aclare el Senador”, en alusión a las cuentas fiscales y patrimoniales de Adán Augusto López, fue leído como un “que cada quien cargue sus santos” y una administración del vivo conflicto que representa el político tabasqueño para el movimiento de la Cuarta Transformación, en el que se inscribe su gestión.
Por donde se le mire no es asunto fácil. Mantenerlo a toda costa, a pesar de las evidencias manifiestas que hoy ocupan a la opinión pública, significaría, a la postre, debilidad para su liderazgo, que se pondera por una vocación de apego a la ley y de guía para el segundo piso de la 4T, cuyos valores éticos y morales se suponen cimentados. Por el contrario, dejarlo caer, es ponerlo en la ruta hacia una finca en el sur de México.
De haber manchas, ¿Dónde debieran quedar éstas?
La presidenta Sheinbaum se ha preparado para cuidar el legado, avanza sobre esta máxima superior.
Lo que es un hecho es que el líder senatorial tabasqueño ha sido insensible a sus propios errores; por ejemplo el 26 de septiembre declaró: “no me siento mal por haber nombrado a Hernán Bermúdez”.
En efecto, al declarar que no se sentía mal por haber designado a Hernán Bermúdez, Adán Augusto captó más atención de los medios que al defenderse de las acusaciones de N+.
Las notas que reportaron esta declaración también activaron alto nivel de “Me Enoja”. Por ejemplo, la nota de “La Otra Opinión” tuvo 67% de reacciones de “Me Enoja”.
Ya en julio de este año Adán Augusto había activado altos niveles de “Me Enoja” cuando se confirmó la orden de aprehensión contra Bermúdez, líder de “La Barredora”.



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