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Omar García Harfuch en su jugo.

  • Foto del escritor: Pablo Nagano
    Pablo Nagano
  • 29 oct
  • 2 Min. de lectura

Hombre incondicional de la presidenta de México, identificado como entre los muy pocos en quienes la primera mandataria puede confiar plenamente, el Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana -Omar García Harfuch- avanza hacia una posible postulación para gobernar la Ciudad de México, o a todo el país.

En los días recientes, el funcionario federal responsable de las políticas de seguridad pública de México compareció ante la Cámara de Senadores, consiguiendo dos logros: informar las bajas considerables en algunos índices delictivos, sin precedente en lo que va de las administraciones de la Cuarta Transformación -es el caso de la disminución de homicidios dolosos, con 32% menos- y prácticamente llevarse el reconocimiento unánime de las distintas fuerzas políticas a su trabajo.

Aligeran el camino del Secretario Harfuch el viajar con una nueva ley de seguridad pública bajo el brazo, la colaboración y respaldo de parte de las autoridades estadounidenses y el amplio cobijo que le brinda la presidenta Sheinbaum a su labor, con un espacio privilegiado en la principal tribuna de comunicación pública nacional: la Conferencia del Pueblo.

En contraparte, los malquerientes difunden que no hay que perder de vista que se trata solo de un buen policía, sin tejidos al interior del movimiento de la Cuarta Transformación y constantemente amenazado por el crimen organizado derivado de sus funciones orgánicas.

Un supuesto atentado se habría registrado en una de las casas de Polanco, motivo por el que no asistió a la ceremonia de las fiestas patrias.

¿El mensaje es anularlo -desde la visión de comentócratas- porque entraña peligros?

Detestan que está cosechando demasiado éxito y cambiando el curso de las quinielas.

En realidad, quedan solo cuatro nombres con poder -dentro y fuera del gabinete- saben que disputan el duelo impasible por ser presidenciable de la 4T, convencida y convencidos de que Omar García Harfuch tiene cada vez más el camino despejado para el futuro político que le trace la Presidenta Sheinbaum. 

Lo cierto es que el operador de una de las principales políticas públicas de nuestro país, como es la seguridad, tiene en sus manos la información más incendiaria de sus posibles contrincantes, está ofreciendo resultados, goza de las simpatías de los vecinos del norte, mantiene elevada la confianza de la Presidenta -tanto que su comunicación digital es ahora más de balazos que de abrazos- y, aún dentro de su notable disciplina institucional opera con sigilo sus posibilidades de presidenciable.

La materia que lo tiene ocupado es la más sensible y de riesgo constante, pero a su favor, la más expuesta al escrutinio de los medios de comunicación y de la opinión pública, por lo que bien llevada la tarea, tendrá el reflector encandilado en todo momento, ventaja de campaña triunfal.


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